Bolivia:La coyuntura política a mediados del segundo mandato de Evo

    El gobierno intenta recuperar el terreno perdido 

    Martín Camacho, La Paz, agosto del 2012“En verdad, el ‘vivir bien’ no se propone reemplazar al capitalismo, su propuesta -como está en la nueva Constitución-, es el modelo de ‘pluralismo económico’, sin que se sepa cómo se articularán la ‘economía comunitaria’ con la economía estatal y la economía privada, a no ser por la imagen del tren que usó el vicepresidente García Linera, donde la economía comunitaria era el último vagón…” (Pablo Stefanoni, en Le monde Diplomatique Nº48).
    Ya estamos en la mitad del segundo mandato de Evo Morales. Claro que este mandato no tiene nada que ver con el primero, dónde eran las disputas con la derecha reaccionaria las que estaban a la orden del día. Hoy las cosas han cambiado. Tras sacarse de encima la oposición de los partidos tradicionales –o, más bien, de los representantes cívicos de lo que se llamó la “Media Luna”-, el gobierno se ha visto asediado o desbordado desde la izquierda.

    Fueron las luchas contra el Gasolinazo de finales del año 2010 las que abrieron una coyuntura distinta a lo que se venía viendo. A esto le siguió, un año después, la pelea por la defensa del TIPNIS (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure). También se vieron disputas por fuentes de trabajo en los sectores mineros (como el caso de Colquiri) o el fallido intento de imponer las 8 horas al sector de la salud. Todos estos ataques del gobierno, en una medida u otra fueron repudiados por la población.

    Lo que venimos viendo desde hace dos años es entonces un gobierno que es “desafiado” mayormente desde la izquierda, esto a partir de los intentos del mismo de avanzar sobre conquistas sociales o medioambientales a modo de descargar los costos de la crisis o sus proyectos supuestamente “modernizadores” sobre los explotados y oprimidos.

    La cuestión es que el gobierno no pudo imponer de primeras su agenda: la reacción de la población y la clase trabajadora determinaron una dinámica algo distinta. Sin embargo, esta dinámica de tire y afloje por parte del gobierno se seguirá dando mientras una de las dos partes no sufran una derrota en los hechos.

    Producto de estos enfrentamientos, el gobierno del MAS llegó a estar por el piso en materia de popularidad meses atrás: un 33% de aprobación llegó a tener Morales en sus peores momentos del 2011. Pero logró posteriormente una salida de este fondo al que había llegado. Corresponde develar entonces esta recuperación en este artículo. ¿Cómo el gobierno pudo salir de la situación difícil en la que estaba y volver a tratar de imponer medidas de presión, cosa que ya logró en otras oportunidades de su gestión (1)?
    El argumento del “golpe de estado” le sale bien al gobierno
    Hoy día el trabajo que está encaminando el gobierno es tratar de acercar a los sectores sociales descontentos con la política oficial. Las prebendas, los cargos y algún que otro “regalo” ligado siempre a la corrupción es parte de la coyuntura que hoy estamos viviendo. Pero veamos más en detalles como sucedieron algunos acontecimientos.

    El gobierno venía intentando montar distintas ofensivas; las acciones que intentó realizar fueron rechazadas por contundentes movilizaciones. El gasolinazo no pudo ser pasado; así como tampoco las 8 horas que quiso imponer a los trabajadores de la salud a comienzos de este año. El principio del año estuvo marcado también por otras luchas por mejores condiciones salariales y de vida.

    Hacia mediados del 2012, dos nuevas peleas –de distinto carácter por cierto- se dieron simultáneamente: una nueva movilización de los indígenas del Oriente en defensa del TIPNIS y el motín policial. A estos dos conflictos el gobierno trató de resolverlos con el argumento que eran “un golpe de estado perpetrado por la derecha y el imperialismo”. Este juego lo viene realizando desde hace tiempo. La maniobra es acusar a los dirigentes de los movimientos sociales el ser parte de “organizaciones que quieren derrocar al gobierno”.

    Claro que hay que separar la paja del trigo: jamás fueron ciertas estas acusaciones y sobran los ejemplos; menos que menos cuando se habla del TIPNIS. Sin embargo, a tanta propaganda de parte del gobierno, algunas organizaciones salieron a defenderlo, cosa que no venían haciendo. Es el caso de la COB, que dio un paso al costado en el conflicto con el TIPNIS, al no apoyarlo si no sólo de palabra…

    Ya el motín policial pidiendo una “nivelación de salarios con militares” hizo que las cosas tomaran colores diferentes (un conflicto que no apoyamos desde SOB Bolivia). Este conflicto duró más de lo pensado. El gobierno jugó al desgaste. La cuestión es que esto puso en descubierto cierta debilidad del gobierno no por un supuesto “golpe de estado” (que no era el contenido real de lo que estaba en marcha), sino como subproducto de la fragilidad congénita de un estado que no puede controlar de manera menos traumática a uno de sus propios brazos represivos, como es la policía.

    Para muchos, la circunstancia hizo recordar los acontecimientos sucedidos en Febrero del 2003 cuando el ejército terminó reprimiendo a la policía en la protesta contra el impuesto que había decretado “Goni” y que se transformó en los hechos en un precedente de los acontecimientos que sobrevendrían en octubre de ese mismo año. Hoy la cosa no estaba destinada a llegar a tanto; el gobierno decidió sacar a sus organizaciones afines para enfrentarse con las mujeres de los policías. Utilizó a sus bases sociales para deslegitimar y amedrentar la huelga policial, huelga policial que, sin embargo, configuró un chantaje que rechazamos.

    La campaña del gobierno denunciando un supuesto “golpe” en marcha funcionó en gran medida por la simultaneidad de los acontecimientos con el golpe institucional en Paraguay, lo que le dio un carácter más verosímil a la denuncia de que se venía una “ola de golpes de estado en la región”. Evo Morales se subió a lo acontecido en el país vecino para deslegitimar las movilizaciones que venían ocurriendo –¡y no solo la policial!-, logrando una suerte de impase en las protestas por lo que el golpe “puede estar en cualquier parte”.

    Es así como algunas organizaciones terminaron creyendo que el golpe podría ser efectivo. Esta campaña es lo que terminó sacando transitoriamente al gobierno del escollo, pateando los problemas para adelante.
    Renuncia a la industrialización, extractivismo y aliento al cuentapropismo
    Volvamos sobre el conflicto del TIPNIS. El problema viene aconteciendo desde el año pasado. Pero los antecedentes son de varios años atrás, cuando el partido de gobierno tenía proyectada la construcción de dicha carretera. Esta vía es parte del programa de unir los departamentos del Beni y Cochabamba, dejando para beneficio de Brasil un corredor bi-oceánico para poder sacar sus productos al Pacifico.

    Como producto de la presión de la VIII marcha que llegó a La Paz en el mes de octubre del año pasado, el gobierno terminó sacando la ley 180 que determinaba como “territorio intangible” la región. Pero poco tiempo después, por la contrapresión de cocaleros (que tienen un interés económico contrapuesto a los indignas y son base social fundamental del MAS boliviano), lo que escribió un día con la mano lo borro al otro con el codo sacando otra ley: la 222 (ley de consulta previa). Esta ley es subproducto de otra movilización montada por organizaciones afines al oficialismo (el CONISUR, Consejo Indígena del sur). A propósito de esta maniobra gubernamental, este año se desencadena una ola de protestas contra el gobierno de parte de los indígenas y deciden salir nuevamente en marcha. La IX marcha en defensa del TIPNIS recorrió nuevamente los 600 kilómetros que separan La Paz de Trinidad. La misma llegó el 27 de Junio a la ciudad. Los indígenas permanecieron más de 15 días en la capital esperando que el gobierno tenga un poco de coherencia y rectifique la ley 180… En vano. El gobierno que se dice “indígena” mando a reprimir a esta nueva delegación del TIPNIS y no escuchó sus demandas, logrando que la delegación se volviera a sus regiones con las manos vacías. Paralelamente, está montando una supuesta “consulta” que, en realidad, no es tal sino una trampa más.

    Lo que plantean los indígenas es que no están en contra de la construcción de la carretera: están en contra que atraviese el parque nacional. Tampoco están en contra de la consulta. Pero si lo están en cómo se lleva a cabo dicha “consulta”. La cuestión es que la misma se realiza cuando el contrato con la empresa constructora ya está firmado; cuando los tramos que están en construcción siguen las obras adelante…

    El gobierno buscar llevarse a todo el mundo por delante y no le importa quién esté en el camino: sigue teniendo la lógica hablar una cosa y hacer otra. Es por esto que las bases indígenas se han puesto en movimiento. El discurso del gobierno empieza a hacer agua, su máscara empezó a caerse. Todo el discurso de “protección al medioambiente”(2) , el “buen vivir” o el supuesto “socialismo” deja ver más claramente la intención que es, como siempre en la historia de Bolivia, una economía basada en el “extractivismo” (extracción de minerales), y el aliento a los sectores cuenta-propistas que son base social del MAS(3) . Parte de esto son las negociaciones que tiene con empresas trasnacionales petroleras que ya tendrían repartido el TIPNIS con los cocaleros.
    ¡TIPNIT o muerte!
    “El ambientalismo es el nuevo colonialismo”, Evo Morales.
    Las dos tácticas que tuvo el gobierno para enfrentar a la movilización indígena fueron, por un lado, desprestigiar a los dirigentes y, por el otro, acusarlos de ser “sectores de la derecha reaccionaria”. También dividió a la CIDOB por intermedio de chantajes: montó una “CIDOB” paralela para socavar el peso de la dirección indígena. Los métodos utilizados son de los más bajos que puedan imaginarse: una burocracia que no tiene nada que envidiarle a ninguna otra. Se trata de una de las tácticas que el gobierno viene construyendo cuando no puede captar a los sindicatos en su mayoría: dividir, dividir y dividir las organizaciones de masas. La mascara se le ha caído al gobierno, pero sigue teniendo acciones contra los indígenas (como la toma por la fuerza de la cede de la CIDOB por aliados masistas).

    Hoy Evo insiste en realizar una “consulta” que nadie sabe bien de que se trata. Pero lo que se sabe es que está llena de irregularidades, es amañada y tramposa. Al parecer, no estaría en el marco de la constitución por las irregularidades que ya tiene. Aun así el proceso se terminó llevando a cabo.

    Pero el conflicto no esta ni de cerca de solucionarse. Después de la IX marcha, los pobladores intentan volver a sus lugares de origen dentro del TIPNIS. El gobierno, por una vía o otra, pretendió impedir que estos marchistas retornaran a sus lugares de origen. No obstante, las voces de resistencia ya se hicieron oír: TIPNIS O MUERTE hoy es el lema que recorre la lucha por los derechos de los indígenas de esta región.

    Esta es la coyuntura que se marca desde hace tiempo. El conflicto del TIPNIS develó los intereses más mezquinos del MAS: solamente hay “progreso” para los cocaleros. Revela el proyecto de gobierno desde su entrañas: beneficiar a un sector pequeño propietario, dejando de lado a los trabajadores e indígenas.
    ¿Para cuando el IPT?

    “El IPT permitiría fortalecer y profundizar los cambios estructurales que los trabajadores pedimos a cada gobierno de turno” (José Luis Delgado, dirigente sindical)
    Desde hace tiempo que se viene viendo una crisis en las direcciones. En este caso la importancia de que la Central Obrera Boliviana cambie de rumbo es trascendental para el futuro del país. Pero lo que venimos viendo es otra cosa: solo puros discursos con tintes “revolucionarios” pero después, cuando hay que preparar a las bases u organizar las huelgas, cada uno se esconde en el mejor escondite. Ya desde el anterior Congreso allá por el 2006, se planteó la necesidad por parte de los mineros de Huanuni, de crear un Instrumento Político de los Trabajadores que de respuestas para los trabajadores y explotados de este país. Pero la cosa se fue dilatando y las oportunidades se fueron desperdiciando.

    Este año, en medio de la huelga que se desató entre los trabajadores de la salud, la COB tuvo que llamar a paro. Y dada la creciente bronca contra el gobierno, se sintieron voces acerca de que era necesario “construir el IPT”. Tiempo atrás la COB ya se había pronunciado a favor de su creación. Incluso se había planificado asistir a las elecciones del 2014 para tener una alternativa al Movimiento al Socialismo. Pero esto al bajar el nivel de radicalidad de la lucha se fue disipando lentamente hasta que hoy nadie más se acuerda de estas propuestas votadas en los últimos dos congresos. Pero esto tiene un porque: la COB ha dejado nuevamente su independencia política y se fue hacer alianzas con el gobierno; se declama el IPT para darse aires, pero la realidad es que los dirigentes buscan vivir al amparo del oficialismo.

    Para encubrir esto se utiliza la campaña del “golpe de estado” a modo de justificación. Lo evidencia el Secretario Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana, “La COB no aceptará ninguna desestabilización de un proceso democrático que hemos construido desde octubre de 2003”(4) .

    Desde ya que no hay que dejar pasar ningún proceso de “desestabilización” que sea real. Pero la cuestión es que la huelga policial no tuvo una dinámica golpista como dos años atrás en Ecuador, por ejemplo. Una cosa era rechazar el chantaje policial, y otra era justificar una política de apoyo al gobierno del MAS, como hizo la COB maniobreramente.

    La cuestión es que el gobierno hizo comerse al sapo a más de uno y en esto cayó sin miramientos la COB al no querer entender la dinámica que no era la misma que la de la dinámica golpista en Ecuador 2011, dónde la policía llegó a secuestrar al mismísimo presidente Correa. Acá Evo se paseaba de conferencia en conferencia diciendo que había “golpe”…
    El chantaje policial
    “Hoy estamos en la segunda etapa del proceso golpista (…) Quieren provocar muertos y no los van a tener; ellos quieren muertos y el Gobierno quiere la paz y el diálogo (…) Hay malos policías que quieren ensangrentar el país” (Álvaro García Linera).
    Con el motín policial se abrió un debate en Bolivia. Las posiciones fueron desde el apoyo al motín de la policía por la reivindicación salarial hasta los que caracterizaron el chantaje policial como una suerte de “golpe de estado” tal cual la posición del gobierno. Socialismo o Barbarie de Bolivia sostiene que no se trató de una dinámica golpísta tipo la de Ecuador de dos años atrás, pero que no por eso consideramos a los policías como “trabajadores” pasibles de ser apoyados en sus conflictos desde la izquierda revolucionaria.
    El antecedente histórico de la revolución del 52
    La protesta se inició por las esposas de los policías de bajo rango por aumento salarial: lo que se pedía era la nivelación con los sueldo de los militares. Eran cuatro las demandas que se pedían: nivelación salarial, jubilación con el 100% de la renta, anulación de la ley 101 y la creación del defensor del policía.

    Pero antes de proseguir queremos hacer un aparte para explicar las disputas que se vivieron en este país entre las FFAA y la policía, algo bastante característicos en Bolivia y que puede confundir en uno u otro sentido. Esto viene desde la revolución de 1952 cuando la policía se pone de parte de la población y se enfrenta con el ejército (revistieron bajo la dirección del MNR, no de los contingentes mineros).

    Después vendrán otros enfrentamientos como en febrero del 2003 (5), cuando el gobierno neoliberal de Sánchez de Losada manda a reprimir a la policía sublevada contra el ajuste económico con el ejercito. Como dice correctamente Raúl Prada Alcoreza, se trató de “una guerra intestina dentro del estado, entre policías y militares, en el 2003; en aquel entonces el hecho mostraba la intensidad y profundidad de la crisis de estado, pues el estado se enfrentaba consigo mismo”.

    El gobierno del MAS también tomó parte de esto para hacer más diferencias, dando privilegios a unos y relegando a otros. Se trata de una disputa entre dos fuerzas represivas e institucionales del estado que en Bolivia tiene sus antecedentes. Sin embargo, dato no menor para la caracterización de los hechos, en este caso no fue esa la dinámica, el gobierno enfrentó con otros recursos la huelga policial y no se dio ningún enfrentamiento “progresivo” de la policía con el ejercito en el contexto de una rebelión o revolución.

    Ni apoyo a la huelga policial, ni creerse el verso de que se trataba de un golpe de estado
    La reivindicación policial tuvo el apoyo de la Federación de Mineros y la Federación del Magisterio de La Paz. También otros sectores han apoyado, lo que consideramos un grave error. A nuestro modo de ver se trató de un chantaje policial que no había que apoyar, más allá que rechazáramos también el discurso del gobierno llamando a justificar su política en aras de un supuesto “golpismo” que no estuvo por ningún lado.

    La posición de los socialistas revolucionarios es que no consideramos a los policías como “trabajadores asalariados” que deben ser apoyados como tales sino como cuerpos represivos del estado. Esto solamente varía en las condiciones de situaciones revolucionarias o rebeliones populares cuando el cuerpo represivo puede ser dividido, y se trata de apoyar o sostener a la tropa o la suboficialidad que se revela ante los mandos. Pero esto ocurre sólo en casos de revolución, rebelión o guerras civiles, dónde la lucha de clases es tan radicalizada que la policía o el ejercito se pueden dividir y un sector quedar del lado popular combatiendo contra el Estado. Acá los casos son claros: sectores del ejercito se pasan de parte de la población o renuncian a seguir reprimiendo.

    La cuestión que determina una estrategia para estas instituciones es para tender un puente para que pasen a luchar del lado de la clase obrera, lo que ocurre solo en condiciones determinadas. En el caso de la policía boliviana no es casual que cuando se enfrentó al ejército, esto ocurrió en oportunidad de la revolución de 1952 o, mismo, aunque fuera más contradictorio, en febrero del 2003 en plena efervescencia hacia el levantamiento popular de octubre de ese mismo año, dónde, sin embargo, no se puede decir que la policía –y mucho menos el ejército- hayan estado del lado del pueblo…

    En esa perspectiva, una de las consignas que se cantan en las diferentes manifestaciones cuando se choca con la policía en Bolivia es la siguiente “a la policía le quedan dos caminos, unirse a su pueblo o ser sus asesinos” (6).

    Otra cosa muy diferente es el apoyo a la policía en cualquier tiempo y lugar tal cual hace siempre y en todos los países y condiciones la LITCI y repitió su pequeño grupo en Bolivia en julio pasado. También se equivocó la LORCI, que si correctamente rechazó apoyar la huelga policial, erró por demás al caracterizar la situación como una coyuntura “reaccionaria” marcada, entre otros elementos, por un giro “semi-bonapartista” de parte del gobierno. No señor: lo que hay es un intento por parte del mismo de recuperar el terreno perdido en el último período, en una historia que seguramente tendrá nuevos capítulos.

    notas:

    [1] Se podría decir que mayormente los gobiernos “progresistas” de la región se muestran muy “resistentes”: es decir, sufren altibajos, pero, en general, la expectativa no es todavía ni en el caso del PT, ni de Hugo Chávez, ni de Morales y Linera ni, está claro, en el caso del kirchnerismo, que queden fuera de la escena en el corto plazo a pasar del largo tiempo que tienen ya de gestión. Esto se debe, a nuestro entender, a las condiciones del largo ciclo de rebeliones populares de la región, de la crisis económica mundial, todos factores que hacen muy difícil su relevo por la derecha, así como todavía -también por la inmadurez de los factores “subjetivos”- desde la izquierda todavía.

    (2) “El conflicto del TIPNIS canceló la posibilidad de mantener discursos “pachamámicos” en seminarios de formación o tribunas internacionales aparentemente sin costo alguno”. Le monde Diplomatique Nº 48.

    (3) Desde hace varios años los aymaras y quechuas vienen oponiéndose a las Tierras Comunitarias de Origen (TCO) y denunciando a sus propietarios, especialmente a los pueblos del Oriente demográficamente pequeños, como “terratenientes indígenas”. Le monde Diplomatique Nº 48.

    [4] La Razón , 3 de julio de 2012.(5)  En el 2003 la policía amotinada saqueó y quemó documentación. Se tomaron algunas instituciones como Dirección General de Investigación Policial Interna (Digipi) de las ciudades de La Paz y Cochabamba; también se tomó el Comando General de la Policía en un claro síntoma de desobediencia hacia la autoridad de la alta oficialidad de la propia institución.(6) Esto merece una explicación, cuestión que no se ve habitualmente en otros países. Es parte de la convivencia de las luchas que se tienen o se tuvieron en Bolivia. Por ejemplo: las esposas de los policías que reprimieron la XIII marcha por el TIPNIS, tiempo después de la represión fueron personalmente a pedir perdón por la acción de sus esposos, a los propios marchistas del TIPNIS.